El virus de la hepatitis C se aloja en el hígado y lo va afectando lenta y progresivamente. Si no se detecta a tiempo, puede generar daño irreversible en este órgano, llevando al desarrollo de:
- Cirrosis
- Cáncer
- O inclusive la necesidad de un trasplante
Afortunadamente, se puede detectar con un simple examen de sangre
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